El alquitrán inunda mis penas..., de entre las huellas
llueve la angustia
-mi angustia- mirar la luz que agoniza-rá en tu mirada-
una sonrisa ahogada en la imagen desteñida
colorantes emergen de la boca, el aullido del vientre,
se me sonroja la muerte,
allí en la plenitud de una vena moribunda...,
-cansado- agotado- distraído y agonizando/
dejo mis ojos florecer en la lluvia marchita
de entre el gris en cenizas de un árbol calcinado
en la víspera de la vida, en los ojos de la sabiduría,
llegar a ti, sentirte, soñarte, mirarte,
coger tus manos y ponerlas en mi frente
tú..., dibujando la señal de los caídos-
Cruz al cielo, y levito mi alma-
con mi cabeza caída y mis ojos fundidos en el pavimento,
recorró los alcances quebrados de mi piel
implorando encontrar una salida,
que cicatricé la herida que llueve en mis ojos
cuando me llega tu imagen como bendición de salvación,
para un asesino en su causa, al rigor
de tener encadenada una serpiente en la garganta
y un alarido puntiagudo fundido en el alma,
la sangre mengua en el ocaso,
es hora de cerrar los ojos*
y dejar que las tenazas del infierno se lleven el cuerpo,
sobre el tumulto de sueños
un cadáver queda fundido en el silencio,
-silencio- los oídos escuchan recuerdos a lo lejos,
tus pasos grandes y pequeños,
los alcances de tus consejos que se fundieron en el olvido,
tu abrazo secreto y sereno-
calles vacías recorrerás llevando el madero calcinado
atado a mi cuerpo, en la soledad de una lluvia amarga...,
dejarás caer tu vida..., en las cenizas que caerán de ese cielo rojo
calcinando el infierno...,
sentirás mi última lágrima
como último verso,
siendo el último latido...,
el último astro, el último vínculo con tu alma...-
Diciembre aún...