Me pregunto si sonríe
cuando me piensa,
como sonrío yo al nombrarla.
Ella
Ella me ama,
vaga por mi rostro sin
mediar que sangra,
me olvida sin desearlo,
me quiere al conocerse,
su tiempo no es ni ahora ni mañana,
ni la tarde que la soledad comprende,
ella que está donde antes,
que es entonces como la verdad que
inesperadamente cae,
si, ella me ama,
como una lenta gota pertinaz en mis párpados,
la dueña de mis manos,
los ojos que me convencen
de seguir de pie por su latido.
Enamorarse es escalar milagros,
el miedo de convertirse en osadía,
es la utopía,
es un presagio,
es la proeza de ver el cuerpo tal cual es,
el mundo que el tiempo pende
oscilando entre el amor en la piel,
y la rutina de extrañarla.
Ella me ama, si,
lo sé porque es un siempre que se abre a futuro,
ese jamás de tantos que sabe a sin embargo,
ese arrebato de la vida que pasa ante mí,
que vence mi libertad y me enfrenta a la distancia.
Suelo quererla cada vez
como si nunca hubiera existido,
con los ojos del alma,
con los labios en candor que me arrancan lágrimas,
con ese inmóvil otoño
que se niega a morir en las ventanas,
ella me ama, y yo la espero.
Me ama,
quizá por el resto de su vida,
tal vez por esta noche,
o por donde el sol seduce a la luna
en gajos de ternura,
mi aire acaba en sus aguas,
un torbellino es lo que en mi pecho llevo por pensarla,
¡todas las puertas están abiertas,
afuera no tengo dónde y cómo guarecerme,
la sueño!,
me ama,
montones de deseos me desarman,
el amor me hace de nuevo,
soy un hombre en camino de regreso
poniendo mi mano en su mano, me ama,
ella,
ese instante en que logro sentirme
sereno y estar adentro,
a merced de un sinfín de emociones clandestinas.
T de S
MRGC
Namaste