Un todavía es lazo del ayer
que reconoce el brillo en la mirada,
el delirio del cuerpo a estremecer,
el diario de una vida alborozada,
Guarda en un vigoroso redondel
la sensibilidad de primavera,
la llama viva en cuerpos de verano,
la lluvia de caricias en invierno
y el reposo entre abrazos del otoño.
Un todavía luce del ayer
la lozana sonrisa de los sueños,
tibieza de un amor al renacer
entre una suave hoguera de ensüeños.
Es río que en su cauce va arrastrando
el borde de tristeza de las rocas;
y cae en abismo cual cascada,
en paso firme al mar que la desagua.
Un todavía es sol que emocïona
el despertar interno del cantor,
que acusa al corazón y le perdona,
en noches de cristal y resplandor.