Ya no hay forma de pedirle perdón a la vida,
cuando la engañas con días tapados de tierra.
Caminando por la huella que dejaste ayer,
sabiendo que mañana te pisotearás de nuevo.
Me río de mi mismo cuando me encuentro buscandome,
y me observo, y me detengo a mirarme con amargura.
Me robo los sueños y los escondo mas allá de mis manos,
para seguir estirandome con ganas, tratando de atraparlos.
Y por la noche, cuando todas las estrellas me miran,
las ignoro, porque se que tus ojos están por ahi
y no quiero verlos, no quiero caer de nuevo.
Y me despido, llorando con el alma, hasta mañana.
Lemos Maximiliano Daniel.