Yo adoro tu figura, amado; cuàndo
una brisa a tù paso vas dejando;
es el hechizo embriagante de tus cielos;
y como un manto de pupilas bellas
titilan en el cielo las estrellas,
mecidas como pàjaros, en sus vuelos.
Allì mi alma que adora la poesìa,
encontrando torrentes de armonìa,
se inspira contemplando tu figura.
Sola, frente al orbe que me insita
en las regiones que el ideal gravita;
le canto a tu magnìfica hermosura.
Mi querido yo te ensalzo; ya que mi tristeza
se esfuma ante el altar de tu grandeza,
porque con la luz brillante que me tiendes;
consigo ahuyentar de mì la melancolìa,
tù llenas de pasiòn el alma mìa,
y a mi corazòn sufrido enciendes.
Hay algo oculto, para mì, en tu encanto,
porque mi alma perdiò su llanto,
que deshojò en su pasado cautiverio;
sola, entre tu aroma, confundida
me parece que salgo victoriosa a la vida
para cantar agradecida tu misterio.
Mi sorpresa enmudece, y en mi arpa rota
no hay siquiera los ayes de una nota,
que te alague con ìmpetu bravìo
por la luz de tus mùltiples colore;
que el carro celestial de los albores
depositò en mi, èste hermoso desvarìo.
Esperanza