El Quijote el sentido nos limita,
Leemos una ventura chocante,
y con el bravo lenguaje hilarante
provocamos que la razón remita.
La trama del autor no nos imita;
pese a nuestra respuesta desdeñante,
con su tenaz actitud de gigante,
Pero con orgullosa labia indómita.
Anhelamos el lustre cervantino
para ensamblar los discordantes ánimos
y fundir lo grotesco con buen tino.
Del autor la recámara aplaudimos,
en un caminar presto y paulatino.
Sin esa profundidad nos hundimos.