Paseando por el parque,
iba taciturno, un hombre
de pelo largo y enmarañado
me dijo: ¿lo pinto?...
pero por favor espere turno
ahora estoy muy, muy ocupado.
Vi en retratos su pincel y el arte
que manaba a borbotones
de sus manos, ! cuanta magia ¡
y quise ser parte de los que en fila
imaginan sueños vanos.
A carboncillo por favor dijo una mujer
que delante de mì se irguiò y pavoneò,
sentose frente al pintor y pude ver
con què maestrìa ràpido la bosquejò,
de manera tal que una jovenzuela tornò.
Llegò mi hora, igual que a ella dije,
tras mio habrian cuatro màs,
el hizo todo cuanto debe hacer y rige
el buen desempeño de su labor,
pero jamàs señor pintor me quite
el tiempo vivido, dèjeme mis años,
mis arrugas y ojeras, no me ponga
como si nunca hubiera sufrido,
pinte mi tristeza y mis idas primaveras.