Cuantas letras he visto caer,
entrelazadas, en silencio.
En cada casa nacen mil vocales
y salen,
ya grandes,
por el pasillo del pensamiento
a al boca: besos.
Signos por las calles
se hacen rostros incomprendidos,
máscaras bajo la sombra de algún árbol,
apretado en el alma,
palpitando sabores en el corazón
y sediento de caricias
se protege un retoño,
Ausente en el empedrado
contra el cordón,
agua pura,
ya libre de las manos el destino
lleno de cielo, nubes,
se desplaza desolado.
Tú has sido también una flor
tantas veces repetida,
desvestida,
nunca vista,
nacida cercana,
muy cerca en un paraje raudo
bailando en soledad mi propia soledad.
Desconocida por las ciudades distintas,
querida hasta el infinito, soñada,
olvidada luego lejana
como un insomnio de otro tiempo
donde ya los ruidos retumbantes
te llevaron al futuro de las estaciones repetidas
Sin embargo yo te traigo a la memoria,
vuelvo a aquellos andenes de la nada
donde la lluvia nos decía amantes
gota a gota
nos devolvía con su magia
un poco de amor
y otro beso
color de caramelo.