Coty

Solsticio de Invierno

Allá, varado en el Trópico de Capricornio,

mi amor sigue siendo utopía como unicornio;

el sol empaca y se marcha al sur a dar abrigo

a fin de cuentas, eso es lo que hace un buen amigo.

 

 Mi sol en cambio, se aquieta, en solsticio de invierno,

es que quiere hacer las horas más largas al sueño;

desde su cenit me observa con tenaz fijeza,

quizá mañana despierte... con una sorpresa.

 

Porque esa palabra triste que se llama adiós,

anuncio impostergable del sanseacabó,

arrasa cual tornado la posibilidad

de hacer el espejismo de amor, realidad.

 

Sentimiento duro que viene con el adiós

ahoga en lágrimas lo que el corazón guardó,

acompasándose al son de una dulce canción

con voz entrecortada cantada en un rincón.

 

Sin juicios ni penas, son momentos compartidos

guardados con cuidado en baúl de lo vivido,

rescatables un día, cual mil cuentos felices,

sin el tiempo para herir y dejar cicatrices.

 

Al paso ineludible del implacable tiempo,

sin distracción alguna, sin pausas ni destiempo,

el hada madrina de amantes, la amiga luna,

continuará testificando como ninguna.

 

Y sin más, a vuelta de hoja de otro calendario,

abre su jaula y vuela libre otro canario,

expectante en el nuevo año que se aproxima,

¿quién sabe lo que estará a la vuelta de la esquina?

 

Palabra solitaria, esa que se llama adiós,

empaca en su maleta lo que un día vivió;

los momentos se atesoran como un souvenir...

invariablemente, de eso se trata… vivir.

  

Mientras tanto, en esa constelación de Géminis,

continúa sumido en mis versos sui géneris

y sigue mi amor, paciente, en infinita espera;

nada es para siempre…. y así es, hasta que Dios quiera.