Navaluenga, 29 de Junio de 2005
El encuentro de aquel “nuestro beso” en la oscuridad
instante de agradecimiento del alma perdida,
miedo para unas manos que se hayan en el camino
del roce de la caricia del embeleso divino,
en busca del encuentro siempre fortuito.
que ansiado el momento de ese beso robado,
en cada recoveco, en cada recuentro atrapado,
buscando el incansable momento del efímero acto.
Generando la inquietud de volver a la locura,
de volverse a enamorar hasta la esencia mas profunda
de sentir como el aroma atrae por instantes,
de ese deseo voluptuoso e incansable.
Y nos revolvemos debajo de las sabanas,
que impugnan este deseo intacto
con el aroma que nos ha embadurnado
en el excelso despertar de la mañana,
untando mis dedos por todo tu cuerpo,
beso tus labios y los he saboreado
como tu rostro lo estoy amado,
en este acto en un altar tan añorado.
Solo seré amante, voluptuoso e insuperable,
arderé con el fuego de tu cuerpo inseparable,
que ha quedado atrapado por el deseo,
de este nuestro maravilloso y dulce juego.
¡Para! ¡Toma! ¡Para! no puedo dejar de besarte,
de sentirte, mirarte, alcanzarte y abrazarte.
¡Para! ¡Por dios!, no puedo con este deseo imparable.
que ha indagado en cada centímetro de tu piel.
Ese punto de ebullición máxima encontrado,
de esa boquita sicalíptica que ha regalado,
el grandilocuente instante ya ganado,
desde el momento que se unieron nuestras manos.
Abrazare tu cuerpo y lo uniré al mío,
y sentiremos que ambos se han unido.
encontrando el camino perdido,
en el despertar emotivo del amor infinito.
Wicttor