Me quede allí, parado sobre su tumba
Como aquel pájaro que abre sus finas garras
Para descansar sus alas de tanto volar,
Cansado del azul bostezo del sol,
Cansado de andar por callejones que nadie anduvo.
Es así como he llegado a la frente erguida de su lapida
Que es tan solo una piedra menos cavada de su talón de Aquiles
Y encendiendo un cigarrillo de bajos números de reputación
Tal como fue su fina estampa entre los pobres del barrio Franklin
Me lo fumo bajo las ruedas de su carretón
Hasta la última colilla que me recuerda su barba.
No sé bien si estoy detenido en el último paradero
Donde pidieron limosna sus huesos a los gusanos,
Solo sé reconocer que esta carcomida cruz de madera
Bien se pudo haber crucificado con su oratoria de mendigo
Bien lo puedo saber porque aún están las cenizas del último cigarro
Que hace un año atrás le vine a conversar.