Tal vez el rencor, embriagó tu rutina,
y nubló tu mirada sin Dios,
y no ves ya, los colores del cielo,
ni las flores, ni el sol.
Tal vez la ira, se llevó a tu ángel,
y a todos los amantes de tu voz,
dejándote en pena, dolido y sin alma,
sin pecho fraterno, que abrace tu dolor.
Y si entonces la codicia, te privara del amor,
o dejara de tu risa, migajas de pasión...
Ojalá Dios, me dé fuerzas, para no huir de vos,
y no morir por tus puñales, o tu falta de razón.