Los locos, los incomprendidos, los del sueño permanente, los de las metas idealizadas, los del hermoso pasado melancólico, los que aman sin mesuras.
Los solos, de soledades ahogadas, de vidas perturbadas, perseguidas, marginadas.
Los solos, los de las juventudes a flor de alma.
Los solos, los felices, los que emergen de la miseria, los que se beben las conversaciones en cualquier lugar, los que se maravillan de la vida, que no soportan vivir sin vida, los que no sólo existen.
Los solos, los enamorados, los del presente largo, los atrevidos, los de los ojos exorbitados, los de los eternos amigos, los transparentes, los escépticos.
Los solos, que están abandonados de intolerancia, de hastío, de soledad porque en su corazón cabe todo.
Los solos, son todos esos amantes que transeúntes se guardan del camino todos los pasos silenciosos caminados.
Los solos, quienes tienen en la sangre notas musicales disvariantes, henchidas, estalladas, dispersas por todo el cuerpo.
Los solos, los de las manos desteñidas de letras mudas, los de los dedos callosos de violín, los de la sinceridad arrasadora, de las pasiones turbulentas, los de las noches inimaginadas.
Los solos, ahora somos también vos y yo, solos.