Éramos del mismo barrio y vecinos nos criamos,
Ella, una muchacha guapa, elegante y coquetona;
Yo, un muchacho muy humilde, que con sus labios soñaba,
Pero no podía soñar, porque pronto despertaba.
Un día nos invitaron a una fiesta de vecinos,
Y ella estaba bien linda y yo me sentía tímido;
Pero la invité a bailar creyendo lo lograría,
Y allí me dijo que no, que no era su preferido.
Hasta feo me llamó, en medio de aquella sala,
Y yo sentí que un frío por mi cara me bajaba;
Pero de eso aprendí y nunca he vuelto a bailar,
Creyendo que otra vez, lo mismo podría pasar.
Así el tiempo fue pasando y nos alejó un poco,
Y hoy me la he vuelto a encontrar y le recordé el suceso;
Me pidió la perdonara y eso lo estoy pensando,
Porque quisiera abrazarla y apretarla con mi pecho.
Ojalá que me la encuentre un día por mi camino,
Para invitarla a pasear, pero sin rumbo o destino;
Y el día que no bailé, por culpa de su desprecio,
No lo vuelva recordar, después de robarle un beso.
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José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita