Aún se puede ver la cercanía del viento por ese lugar que un día pudo sentir las agobiantes huellas de unos pasos que no saben a donde ir… A su merced ha quedado toda la fragilidad de esas hojas caídas de los arboles que una vez me regalaron sus sombras para descansar de una torturante espera y una triste partida; seguida de una tenebrosa lágrima, esa torturante espera resignó mi historia a dar una vuelta tan grande, que ni la inmensidad del cielo pudo hacerle una comparación, pero fue tan hermoso como lo es él, porque debe su razón a las proezas de un corazón que enamoró mi mirada cuando esta no podía ver más allá de su llanto… El amor regresó nuevamente a mi vida y ni el más desesperado corazón se imagina cuanto deseo retenerlo, porque es lo único que puede empezar a llenar de nuevo este gran vacío que habita en mi, y es lo único que puede dibujar una alegría en mi existencia… Por qué la vida no puede ser distinta para los honestos y para quienes entregamos toda nuestra fuerza cuando se puede amar sin recelo alguno, la respuesta está en ese lugar en el cual todos deseamos sentir como una gota de agua da vida a la furia más desbordante de una cascada, que al igual que yo empieza a nacer, como nace el más leve murmullo después de un largo silencio, como nace una estrella en la gran oscuridad de la noche, como nace este amor dando cortas miradas sin dejar de pestañar y sin dejar de sonreír… Desde este momento regresaré al camino en el cual nació esta historia, miraré nuevamente atrás y daré cuentas a esas cosas que un día provocaron una infinita tormenta en mi existencia, pero hoy ha terminado aferrándose de este modo un inexistente destino que no cree en él, porque confía en la idolatría de sus angustias, esta arraigado a la costumbre de sentirse solo, está empezando a creer en mi, tal vez sea porque no tiene más alternativa, o quizás sea porque yo creo en él; pero es destino y nada más que destino, es alegría, es agonía, son solo infinitas ganas de amar, de descubrir la gran pasión que prevalece entre la maleza y la tierra mojada por estas lágrimas, pero que le regalan unas grandes ganas de seguir viviendo… Así como pasa el tiempo, así como la brisa fresca acaricia nuestra piel, así mismo transcurre la emotiva experiencia de un aliento que ofrece al mundo un grito acertador, un grito que enmudece a la más terrible desesperación, un grito que pronuncia el nombre más hermoso que la vida ha conocido, el tuyo mi amada Niágara, Que creíste que de ti nada se podía enamorar, que imaginaste un mundo en el cual podías empezar a vivir, a caminar por esos senderos tan traicioneros para caer con la fuerza más contundente al abismo que yo llamaba padre y así seguir arrastrando historias de amor… Te amo Niágara, es lo único que puede salir de mi atragantada garganta, que se quiebra aun más cuando me tocas o cuando sabes que estoy cerca; mi vida encontró su destino en ti, y quiero que sepas que la razón existirá siempre en el tiempo y sobre ti caerá cuando sus ansias exijan complacencia… Antes del fin, antes de que termine esta historia, deseo inclinarme ante la grandeza de tu existencia, este es el momento mas oportuno para ofrecerte mi mano, para pedirte de rodillas que nunca me olvides, para que la crudeza que forma parte de la vida no se acerque, para tener las ganas mas penetrantes de escribirte algo hermoso, y para pedirte un poco de tu gran lecho, porque en él quiero dejar de ser verdad… Te amo.