Nada que haga preocuparte.
Sé que tú me ofrecerás
lo mismo que yo.
Tu ofrenda ha de ser
similar a la mía.
Te conozco, y me conoces.
Lo bueno de las personas,
es aceptarnos tal cual
somos. Aceptarnos
unos a otros.
Te acepto como eres.
Noto en ti una similitud
de personalidad,
de pensamientos,
de grandes sentimientos.
Más unidos estamos por ellos.
¿Qué te ofrezco?
Lo que mi alma siente.
Siempre ella es realmente
sincera, y expresa
con amor, sin egoísmo,
sin mentira.
Te ofrezco mis ojos
para mirarte,
mis manos para estrechar las tuyas.
Mi corazón para que lata
al mismo ritmo
que el tuyo.
Y mi alma...
que se asemeja a la tuya,
aunque tú a veces
no estés de acuerdo...
Te resistes a que
muestras almas
sientan lo mismo.
Pero sé que mi expresar
te hace feliz...
para sentirme yo
exactamente igual.
Vivamos así,
unidos en sentimientos.
¿No te has dado cuenta
que ambos al unísono
somos felices?
Tengamos días y noches
de paz, de unidad espiritual...
¿Qué te ofrezco?
Bajar el cielo,
si pudiese,
y ponerlo a tus pies...
Quisiera que con él,
también bajase Jesús,
Nuestro Señor,
Rey del Universo...
Te amo tanto como a Él.
Tú eres mi Reina Celestial...
aquí abajo, en la tierra...
Y yo soy este hombre
que siempre te espera,
para tener junto a ti,
la felicidad...
en cada día de mi vida...
Derechos reservados de autor( Hugo Emilio Ocanto - 24/12/2013)