Se han cumplidos mi sueño
de recorrer las distintas tierras
que circundan el mundo
para obsequiar amor fraterno
que mana de mi corazón.
Un angelito de mi árbol
hacia mí se dirigió
preguntándome si mis sueños
quería cumplir yo.
Me ha prestado sus alas
para que se hiciesen realidad mis delirios
y en mi primer vuelo
hasta África me he dirigido
para entregar mi amor
a San José, la Virgen y el Niño.
Me encontré con un lindo portalito
donde reposaba el buen Jesús,
niño negrito como el azabache,
rizados cabellos
y ojitos chisporroteantes
llenos de amor.
Sonrisas me ha regalado,
sonrisas que salieron de sus labios
de rosáceo color
mientras sus padres me acogieron
con tierno candor.
Quedeme tan extasiada
que mi corazón prendado se quedó
de aquel portalito tan lleno de amor
donde pernocté complaciente
junto a los santos padres ,el Niño,
la mula y el buey.
De nuevo hasta el cielo me elevé
y hasta la India remonté
después de agradecer la acogida
que la Sagrada Familia me concedió.
En lugar tan inmenso
se emocionó mi razón
pues mis ojos se han encontrado
con un mensaje sin igual.
Incrédula me sentía
ante tal realidad,
pues aquel portalito
era muy especial.
Froté mis ojos para asegurarme
de que era cierta la belleza de aquel Belén
que ante el mundo se manifiesta
con tanta dulzura y bien saber.
Un niño de piel oscura
y ojos negros como el carbón
me acogía con sus bracitos en alto
para darme sus calor.
Sus padres muy amorosos
me brindaron su hogar,
un hogar lleno de armonía y paz.
Después de un grato reposo
hasta la China me encaminé.
¡Oh que gran sorpresa!
¡Oh que sorpresa me llevé!
Un niño de dulces facciones
con rostro fino como el marfil
me llenó de ternura
con su acogida tan gentil.
Sus padres me colmaron
de perfumados agasajos
que jamás en mi vida vi.
Encamineme a las Américas
y en el Bronx me quedé
y reconocí con agrado
cómo el Niño era adorado
por multitud muy fiel
venerado por los hombres
de muy variada piel
que se unen en armonía
alrededor del Divino Ser.
Nueva York se engalana
con lujo por doquier
mientras que en los hogares
se brinda por el Niño Rey.
Llegando a Iberoamérica
con el cielo me encontré
pues son tan variados los portales
que en tan bellos lugares me encontré
que mi corazón emocionado
de alegría se colmó.
Cuánto amor se derrama
entre lugares sin igual
con tanto colorido
que no se puede igualar.
En Europa me hallé
con imágenes muy bellas
de blanca y delicada piel
muy bien arropada
por ver la nieve caer
salvo el niño que luce su desnudez
en el portalito de Belén.
Entonces comprendí
que nada yo he dado
mas por el contrario mucho recibí,
pues los que al Niño amamos
sabemos repartir ramilletes de amor
sin diferenciar culturas ni color.
Mucho mal he encontrado
donde quiera que miré
pues la bondad en ocasiones se ofusca
de cualquier color que sea nuestra piel.
Quedeme con lo bueno
para estas fiestas festejar
y de lo malo sólo saco lecciones
para mis malas acciones rectificar.
Un suave aleteo a mis oídos llegó
y abriendo mis ojos
me topé con la realidad.
Mi arbolito allí estaba
con sus angelitos alados
y cuando les miré
sus ojitos me han guiñado.
Les respondí con entusiasmo
pues habían conseguido
realizar mis sueños
aunque de su arbolito no hayan bajado.
Lección grandiosa recibí
recorriendo en mis delirios
los belenes de lugares
tan lejanos al mío.
No importa la piel
ni trajes, ni vestidos,
ni paisajes, ni lugares,
aunque sean muy distintos
pues todos estamos unidos
por el Divino Niño.
Autora: Luisa Lestón Celorio
Asturias- España.
Registrado.