ALICIA SANTI

REFLEXIONES NAVIDEÑAS II

Y finalmente coloqué en mi árbol la última estrella.

Porque este año en vez de borlas, decidí colocarle estrellas.

Una por cada persona que amo,

y así estarán representados muchos conocidos a los que quiero,

amigos a los que adoro,

familiares que comparten mis penas y alegrías casi a diario,

y algunos amores que han partido,

pero que siempre pero siempre, estarán a mi lado.


Este no fue un año fácil,

casi todos hemos tenido muchos problemas, de todo tipo...

económicos, sociales, pero sobre todo afectivos.

Y los afectos modifican casi siempre toda nuestra estructura...

Nos elevan hasta el cielo

o nos envían hasta el centro de la Tierra.

 

La vida fue pasando con sus colores estridentes,

con sus grises bien definidos y también sus noches sin luna.

Pero sigue...

y en ella estamos nosotros.

Con la necesidad de amor, comprensión

o simplemente un poco de cariño.

Con la necesidad de un gran beso,

un abrazo infinito y una boca risueña...

o un pequeño beso,

una palmada en la espalda y una sonrisa.

 

Todos necesitamos que nos demuestren amor,

aun los más fuertes...

tal vez esos necesitan más,

porque ellos se convencen de que no precisan nada ni a nadie

y terminan haciéndonos creer lo mismo,

que no nos necesitan y que están bien,

cuando la realidad está a siglos luz.

 

Pronto llegará Nochebuena,

para algunos será una noche para comer y beber sin límites,

para otros una noche para orar, agradecer y pedir perdón,

varios se reencontrarán con familiares y amigos

que hace mucho no ven y decidieron hacerlo en esta fecha.

La mayoría de las familias

se unirán en una mesa armada con esmero,

y reirán o no,  contando anécdotas y vivencias.

 

Pero también estarán los que al llegar las DOCE,

no tendrán con quien chocar su vaso,

tal vez por decisión propia,

tal vez por decisiones compartidas,

tal vez porque lo decidió la vida.


Y estarán quienes rodeados de un montón de gente,

no podrán brindar con la persona que quieren,

por infinidad de motivos...

porque ha viajado,

porque vive lejos

o porque tal vez haya partido

en ese trayecto que une la Tierra con el Cielo.

 

A ellos va dedicado mi mensaje de Navidad...

a los que de alguna manera estarán solos,

física o espiritualmente.

A los que una sidra o un pan dulce,

no va a modificar la sed y el hambre de Amor.


Para todos ustedes...

que el Señor pueda de alguna manera

llenar ese enorme vacío

que produce tristeza y desamparo sin límites en el alma.

 

QUE EL MILAGRO SE PRODUZCA

Y QUE LA PAZ...ESTÉ CONTIGO.


Alicia Santi