A pesar que me digas no poder entenderlo
yo disfruto los pliegues a la mitad de tu cuerpo
sentir abrise tus poros al andar de mis dedos
o al danzar de mi boca, en tu vientre imperfecto.
Es el preludio que quiero en una escena perfecta,
no has podido, ni espero, darle frenos al tiempo,
solamente te ruego, me dejes navegar
en el mar de tu piel, en las dulces oleadas
de un placer tan real, cuando elija escalar
a la cima de tus muslos o dejarme quemar
por el volcán de tus pechos, o quizás naufragar
en la garganta profunda de tu pubis de ensueño.
No te quiero esculpida, ni en retrato moderno
te deseo desnuda, sensual y segura
demostrando que el tiempo, como al vino más serio
te ha dotado de un gusto de paladares expertos.
Si te quiero coqueta, atrevida y expuesta,
receptiva a mis besos, devorada en el fuego
de un deseo real, devorando mi cuerpo
que también adolece de accidentes grotescos.
Que después de quemarnos en el fuego del sexo
sólo habrá de quedarnos lo que somos por dentro
lo que hemos aprendido y nos hemos enseñado
con el paso del tiempo, nuestro amigo encantado.