Han pasado horas muertas, desde que tú te marchaste,
mas no conozco el motivo que causó tu decisión;
sólo me queda el consuelo de saber que fuiste mía,
también guardo en mi silencio recuerdos de aquellos días.
Días que tanto juraste lo mucho que me querías,
días que fueron felices, mas llenaron de alegría;
nuestra humilde habitación, la que ahora está tan sola,
porque en ellas compartimos muchas horas de pasión.
¿Y sabes qué? en vez de ponerme triste,
ya ves como estoy riendo, burlándome de tu amor;
y dándote mi desprecio, porque pude comprender
que tu amor fue un amor necio.
En otros brazos estoy, ya no eres mi tormento,
porque al fin pude borrarte de mi alma y sentimiento.
Yo espero que no me tengas, ni siquiera en pensamiento
que ya encontré otros labios, otra boca y otros besos.
Al fin yo seré feliz, hasta que me vaya al cielo,
mientras tú mueres de envidia, de celos y por despecho,
mas ayer cuando te vi, tus ojos te traicionaron
parecen que recordaron las huellas de nuestro amor.
Yo en tu rostro vi una mueca, una mueca de dolor,
por eso fue que lloraron, como pidiendo perdón;
pero quiero que tú sepas, que ya estoy acostumbrado,
a no tenerte a mi lado y tú sabrás la razón.
Tampoco quiero que olvides, que el día que tú te fuiste,
quien sufrió tu despedida fue mi humilde corazón,
y ahora si estás vencida, con tu alma compungida
ni viéndote de rodillas ya te daré mi amor.
Copyright \"©\" Derechos Reservados 2013
José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita