Antonia Ceada Acevedo

Mirando para dentro

Amor mio, solo mio, que impar te he dejado ante la necesidad de adhesión a otra geografía rota de blancos.
Me pides perdón, imploras la muerte y te quiero peor; sufriente para con otras personas ,
triste en mi y desgarrado de ganas…de ganas de vivir.
A veces vencida por mi ignorancia y desdén te olvido.
No te busco para quererte más, amor mío para establecer un vinculo equilibridado e inteligente entre tú y yo. 
Te reniego manos de amor.
Tú dejaste de creer en mí…
En mi amor, carne de amor, cuando me acusas de conformista regalándome a otros desperdicios y abrazada al miedo ridículo que te aleja de la sensatez.
-me di.
Me di al fracaso, maestro y amo de lo visible, vaciándome los bolsillos de mares, de blanduras, de pasión.
Tu escaso de mi frenesí conformándote con la pasividad que espera la vejez al fin bajo los neones de alguna cruz.
-me di, te di.
Te di noches de insomnio bajo lunas desatendidas, pasaban las estrellas por las noches agonizantes y nunca me pare a mirarlas. Te ignore escribiendo sueños con la plata de la luna, le ofrecí mi voz a quienes no tenían oídos y te negué cientos de lunas para arribar contigo.
-te marchitaste con cada sol.
Y qué difícil es avivar un sol en reliquias y fuera de su infinito…
-¡quiéreme! Me decías
Mientras yo miraba a la erección, a la integridad…
Y me di a la madre poesía que es el siempre, la eternidad y creí en la idealización poniendo rostro a lo que tu sentías por mi y los llamaba Amor.
Me di vertiendo mi fe en otros cosmos inauditos.
-ay amor, que simple fui…
Aflicción por querer a quienes no me querían y tu, tú en el abismo de mi YO, y en las profundidades rastreabas hallando metas descuidadas, tumbas repletas de críticas, criptas de eslabones embrutecidos.
Se rieron de mí como yo de ti.

Que poco se acerco la alegría a la piel de esta corriente implacable. Tampoco te bese, ni te alimente, ni te calzé, ni te abrazé, ni te salvé, porque andaba buscando en otros brazos que el tiempo pasara fingiendo satisfacción, pero sin besar, ni comer, descalza Y FRÍA.
-te mentí.
-me mentí.
Incapaz de mentir a los demás y tan hipócrita contigo amor de entrañas.
Aplaudí desde el desinterés a los payasos de turnos, pudiendo hervirme contigo.
“Que necedad es no mirarse por dentro para adentro y no amarse cerrando los ojos”
Que poco me he amado sabiendo amar, cuanto he perdido de mí en las arenas de los lapsos.
Se fueron las oportunidades.
Ahora que te encontré, te reencontré, es en este climaterio de fábricas cerradas, en esta era de segunda división y en un periodo de historias suicidas.
En este trayecto he aprendido, a gozar de ti, de mí, a regocijarnos con el deleite del perdón, si es que hay algo que perdonar.
Me has invitado a beberte con el sí del corazón.
Para nosotras no hay cifras, ni palabras que intriguen a nuestra alma, tan poco importa.
Se fueron las sumas, las rectas en nombre del amor, amor.
Ahora nos toca vivir vida; mi vidala vida.

Antonia Ceada Acevedo mirando para dentro.