Estando de cuerpo presente,
con pies y manos y enfrente:
el espejo oscilante susurra murmullos,
susurra un mundo que no cabe en muros.
Los muros son mi piel, mi cara,
mis facciones, mis lánguidos brazos,
mis rescuerdos, mi memoria, mi infancia.
El espejo no soy yo, por eso me enseña,
sabe más, es viejo,
me muestra mis limitaciones: mi cuerpo.
Se agita constantemente, pues es su culpa,
si no lo viera no existirían esos muros,
no tendría un rostro sino varios.
El espejo me susurra que lo rompa,
pues es sólo un reflejo.