Déjame decirte que te quiero,
aquí entre estas líneas, por este medio.
Déjame pedirle al tiempo que se quede estático,
que no pase para ti, ni para mi, pues tengo miedo del mañana,
tengo miedo de no leer tus palabras,
que la distancia y el sentir nos separen más,
tengo miedo de tu odio y mi indiferencia.
Pero oigo dentro de mí tus palabras,
y me doy cuenta que nunca me perteneciste, que nunca fui de ti,
y sin embargo, con tan poco tiempo te metiste en lo vacío de mi ser, llenaste el silencio y limpiaste lo putrefacto de mi vida.
Pero aún así tú me has dicho una y otra vez
que tu cuerpo, tus pensamientos son de alguien más,
alguien que te quiere y que tú quieres.
Y entonces no me queda más que decirte:
Benditas tus playas y tus mares;
Y bendito quién haga nacer de ti, los más bellos manantiales.
Bendito quien pueda rozar tus labios y acariciarte,
bendito aquel que se quede con lo más bello de ti,
que son tus sentimientos y lo más sexi; tu inteligencia.
Bendito aquel que pueda tenerte,
porque eres lo que siempre se desea,
y le pido al cielo que te haga sentir más de lo que
tú me hiciste sentir, que sus ojos y sus pensamientos
sean sólo para ti, y que siempre en los momentos
que más lo necesites esté para darte un abrazo.
No me queda más que decir que he perdido,
y que me duele hasta los huesos, hasta la vida que no tengo.
No me queda más que conformarme con tus palabras en aquella hoja blanca. Y que a pesar de todo yo te quiero,
que a pesar de estar distantes sentiré el frío de tu ausencia.
Y mientras camine por la calles trataré de decirte adiós,
poco a poco, hasta que te desvanezcas y mis ojos no te alcancen,
hasta que mis manos no te busquen, y mis pensamientos callen.
Hasta entonces o quizá después en lo profundo, en lo oscuro, se escuchará el suave murmullo de un te quiero, pero ya estará encerrado.
Más allá de esta vida, de la tuya y la mía.
Más allá de todo te pensaré y caminaré de la mano de la muerte
con tu nombre en mis labios y le contaré que no existen eternidades.
Y que por eso desde antes te conocía y te sabía
Pero nunca me perteneciste.