Ella inspira perversos deseos
y grandes alegrías.
Al mirarla como se mira una flor
una huella queda dibujada en la piel,
huella que transfiere la mente a su cuerpo
y hace que el corazón vibre por el suyo.
Las retinas se convierten en disco duro
donde se guardan tantas imágenes
como fotografías toman de ella los ojos de uno.
Ella es analogía de la Venus de Milo
sincronización completa de belleza esculpida en un rostro.
Es fascinación visual
locura desvelada de un sueño,
formas perfectas
que visten las curvas de su cuerpo.
Acaso son sus ojos negros, sesgados y maravillosos
la fuente que convierte el hechizo de su mirada
en múltiples pasiones.
Acaso es la estela de sus manos, alargadas y finas
el conjuro que provoca estado de ingravidez por querer tenerla.
Pero ella es como un rayo de luz,
inalcanzable, lejana
quizás porque hay flores que al querer tocarlas se marchitan
y los hombres no somos rocío para sus pétalos.
Hoy el cielo está azul,
las estrellas duermen al lado de la luna,
hoy el sol brilla con el color de ella.