Atrapada en la alambrada
creció una flor obstinada,
serpenteando entre el alambre
buscaba el sol de la tarde.
Más allá de la alambrada,
el patio era un jardín
y mil flores comentaban
tan absurda obstinación.
¿Porque aferrarse al alambre?
¿Porque treparse por él?,
¿de que sirve un sol de mayo
que no sabe dar calor?.
Y en medio de la alambrada
la flor continuo su viaje
desgarrándose la vida,
en medio de la alambrada.
Los alambres le aferraban,
los alambres le ahogaban,
y nuestra flor obstinada
en el alambre murió.