Si mis cabellos de cobre
se enmarañan con tu brisa,
desátalos con la espuma de tu mar.
Si con mi sonrisa
escuchas música de caracol,
deja que el viento se lleve el eco
convertido en dulzura.
Si en mis ojos vislumbras destello tenue de cristal, opaca su brillo en un fugitivo instante de labios sacudidos.
Si tu mano tocada por mi piel se desliza en vértigo hacia mis rutas más ocultas, hagamos de la noche la ebriedad del goce último.
Vamos a juntar las nubes, a tejer un techo sobre cuerpo de hojas para resguardar mi nostalgia y tu alegría.
Construyamos un castillo de piedra que se torne en grises perlas. Vamos a recoger agua de lluvia para crear un sereno mar de espuma y poesía.