o el hombre que no deseaba envegecer.
Esta es la historia de un hombre setentón
que soñaba con retroceder a los años de su infancia.
Voy a parar, se decía, las manecillas del reloj
y con mi dedo meñique las haré retroceder sin dilación
hasta que las situe exactamente en mi lactancia.
Y es así como un día y otro día el buen señor
a la tarea se aplicaba con insólita constancia,
tan enorme era su deseo, empeño y convicción
que hasta por la noche dedicábale atención
para ganar al tiempo la partida en su arrogancia.
Lo que en principio un juego era terminaría en obsesión
pues a la moviola y al reloj a todas horas recurría,
necesario fué que apareciera la razón para que un día
mirándose al espejo comprobara con gran preocupación
que a pesar de todo su cuerpo nuevamente envejecía.
Moraleja:
El tiempo es el que es. Y es que llegar a viejo
en sí mismo constituye un gran éxito en la competición.
No intentes ganarle al tiempo. Disfruta de lo añejo
y no anheles lo que no puedas tener, no seas pendejo,
lo que no está ya a tu alcance no tiene solución.