21 días en el caribe y estoy y sigo.
Un poco huyendo(le) al tiempo,
a los bosques de gente, a la vida y los reproches,
a la juventud arremolinada y cansada
de tanto kilometraje y memoria.
200 kilómetros que se dicen pocos, mas de
1000 días que se dicen tantos,
Lejanos y distantes como lo que sabe a irrecuperable
perdiendo la pronta vigencia de un olor desconocido,
que a veces parecer de mar y a veces de nostalgia.
El palpito irreductible de que huyo
para nunca poder escapar.
21 días de mar silvestre,
21 noches de brisa que no viene,
21 días de la vida que vuelve callada
sin aquellos alardes tardíos de segunda oportunidad.