Estoy asqueado de la belleza, estoy cansado de la vida/ Estoy harto de tanta miseria y de tanta desdicha/ Cuanta sangre derramada de corazones fatuos/ Esclavos que arranca su piel y vomitan el llanto/ Devoran el tiempo a cambio de alargar sus años/ Y no alcanza contemplar que la vida es una droga Y la muerte su única cura./ Porque la vida hipócrita, vanidosa y caprichosa/ Da de beber a pocos mientras mata de hambre a todos/ Dividiendo a los hombres entre castas, clanes y estratos sociales/ Pero la muerte impone con su lapidaria rectitud/ Una tumba abierta de la que se alimentan los sueños/ Transmuta la carne para eternizar los pensamientos/ Sepulta el silencio del tiempo y regala, la tierra que purifican nuestros restos./ La verdadera belleza surge irredenta de la igualdad infinita/ Porque la muerte rompe las cadenas que dividen los cielos/ Es justicia absoluta y amor verdadero/ Porque ante los ojos de la muerte no hay mentiras que disfracen/ Nuestra naturaleza indomable/ Ante el cobijo de la muerte todos somos iguales/ Vale lo mismo un mendigo que lo que pesa un empresario/ Es más justa que la vida y más devota que los santos/ Es un templo sagrado del que rebotan ecos del pasado/ Una hoguera de ensueños que da lumbre al mañana.