No es más que tratar de tenerlo todo, es solo un instante violento y perdido en un mirar lejano que se va con una lagrima a cuestas, con una risa fúnebre y con un dolor que aún sigue a mi lado… En algún tiempo, en cualquier instante vivió para ser, para sentir y para llegar a donde nada le esperaba, solo un corazón callado y muy feliz; son razones y son motivos de constante armonía, en medio de murmullos atroces y despliegues de amores únicos, o quizás la encarnación de un destino que parecía ser perdurable en la memoria de sus almas… Nunca existió palabra que describiera tanta gloria, tanta dicha; los momentos se hacían largos aunque el tiempo no alcanzara, sin poder creerlo las ganas de vivir brotaban y se marcaban en cada huella que se marcó a su lado y que venían de mis manos, esas mismas que pudieron sentir cuán hermoso y cuán suave puede ser un amor, esas mismas que la apretaban fuerte cuando oprimida en el más sensible sufrimiento gritaba: ¡Quiero seguir a tu lado!, esas mismas que hoy arrojan en su lecho una rosa muerta y una lagrima que nace en mi llanto, porque cuando imaginaron un mundo delicado, exaltado de tanta y sutil felicidad, le robaron sus deseos, su fuerza y las ganas de mirar una tarde que se duerme y sueña… Sin más que hacer, que sentir, empieza a olvidarse un pétalo azul escapado de un sueño y de una historia que nació en su corazón y el mío, en su vida y la mía, en su amor y este que aún vive sin dejar de respirar por ella, pero anhela dejar de hacerlo para ir hasta ese inhóspito lugar donde se empieza a vivir otra vez, donde se empieza a olvidar el tiempo y donde comienza una nueva historia de amor… Tal vez esos momentos vuelvan, quizás una noche me sonría una estrella o una gota de lluvia acompañe mi tristeza, pero la única verdad es que tu no estás, todo tu olor, todo tu calor y todo tu amor se ha ido; aunque ya no estés, aún sigues aquí como el primer instante de nunca olvidar… Hoy camino lentamente, miro atrás y veo una sombra que se desvanece en cada paso al compas de mis lágrimas; bajo mi mano una flor marchita, bajo mis ojos un desesperante sufrir que se aloja un momento al lado de tu sepulcro gritándole: Te amo… No es más que tratar de tenerlo todo, no es más que tener todas las ganas de vivir y aunque tu recuerdo me mantiene vivo, desde que te fuiste en mi corazón no hay nada… Siempre te amaré.