Donaciano Bueno

Un día de invierno

La mañana de aquel día amaneció plomizo,
con furia, heridos los tambores desde el cielo redoblaban,
sobre el azogue oscuro. De pronto zigzagueando la luz se hizo
y en un tris-trás bramó, gritó y el gesto se deshizo
cegando en el interior de mi retina en la mirada,

 

Yo, expectante, al espectáculo asistía sujeto en la ventana
de forma que alargando un brazo hice un giro en el cristal,
un traveling fué el que realicé de forma tal
que llorando la manga de mi pijama se empapaba

y en unos minutos metido vime en un charcal.

 

Invierno era y se mascaba un silencio sepulcral
unicamente interrumpido por el pavoneo de las hojas
en un intento vano por despegar y llegar hasta el final
para de nuevo aterrizar revoloteando temblorosas

y acabar nadando... y nadando... en el caudal.

 

El gélido exterior con el ambiente cálido chocaba de mi estancia

de forma tal que me impedía ver. Busqué algo que leer
y de pronto tropecé con algunos garabatos de mi infancia.
Y comencé a mirar, aquello a recordar, la escuela a recorrer
y en cada anotación que yo encontraba alguna referencia percibía,
tan grande era el placer, tanto mi gozo y mi alegría
que cuando desperté y quise darme cuenta ya escampaba.