Veía sentado en la acera
Con un cierto ademán de olvido,
La intensidad siempre azul de aquel cielo…
Veía los semblantes,
Las caídas de las hojas,
El rugido de los motores,
Atrapando el asfalto,
Los hombres caminando hacia el trabajo,
Las mujeres cuidando sus retoños.
Veía aquellos muros infranqueables,
Los reinos por conquistar,
Aquellas adolescentes caminando a su destino…
Veía mi juventud ganada y perdida,
Concierto de amores,
Mi cuerpo,
Acompañado de extrañas horas,
Marcaban una distinta verdad…
En ese paisaje de extrañas sombras y anónimos colores,
Mis manos solas,
Iban pintando un mundo satisfecho,
Un cuerpo que no era el mío,
Una vida sin dueño,
Y mis manos pintaban y pintaban
Brazos de cerca y de lejos,
Hojas que rozaban mejillas
Como caricias que besan una frente juvenil…
Aquel paisaje de sueños
Me hería, me besaba,
Brazos descoloridos,
Ramas luminosas
Entrelazándose estrechamente
Como hacen los amantes…
Entonces Tracé mi camino en tan solo una mirada,
Y pinté cuántas vidas se hallan en un acento…
Arrebatados ojos brillaban como diamantes,
El sol se desmayaba entre cristales,
La noche era mi venganza
En mi rostro una risa burlona,
Fue un sueño, un grito, acaso un eco.
Julio Casati