ormanibal

29 de Diciembre

 

Veintinueve de diciembre, un año más y, como sostén del uno al otro, simulamos olvidos que nos llevan callar gritos desde el alma. En ese silencio diario, convivimos con el fuego latente de los recuerdos que se repiten constantemente.
Es esta una carta vacía, una hoja en blanco que imagina un espacio, tan hondo, como la inmensidad de esa presencia que extrañamos.
Pasan los días,  los meses y así los años, pienso… y ¿que expresar?
Ya no callan tus ojos la tristeza que causan los míos y, en este silencio buscamos palabras escondidas, no me dicta el corazón una letra diferente.
De él pedacitos solo quedan hilvanados por cada latido que los junta a veces, cuando a pesar de la realidad no sé por qué, una esperanza aparece.
Una fe que sufre por existir, lleva por instantes saber de un tiempo fausto pasado, con ese amor tan profundo adherido en las secretas márgenes del alma.
Y si en momentos cambia el brillo de tus ojos, también los míos destellan. En este sosiego manso se deslizan a veces Ángeles fieles, percibimos sus ondas por el anhelo de creer, que permanece con nosotros…
Alientos que de a ratos tiende una sirga al cielo para amarrar esa nave custodiada por seres invisibles, donde seguramente él arrumbará.
Así despiertos soñemos un rato, sin saber dónde estamos, dejando que las ilusiones deliren y choquen en la mente, suelten preguntas al viento u oraciones suplicantes,
acá, con el corazón abierto, seguiremos esperando…

 

Ormando