Estoy volviendo a casa desde siempre.
Ya cuando estaba en casa y era niño
andaba en viaje de regreso a casa:
como exiliado, como desasido,
como maravillado y temeroso
de las cosas del mundo
que a nadie o casi nadie llamaban la atención.
Solía largamente conversar
- en idioma que luego
olvidé en buena parte por presión de los otros
y más aún por propia cobardía -
con los escarabajos y las flores
(estoy en arduo viaje de regreso a esa lengua
desde hace muchos años
pero aún me quedan siglos de camino).
Ciertos buenos amigos
se apenan mucho de mi extranjería,
de mi peregrinaje rumbo a nunca.
Suelen llamarme para proponer
buenos negocios,
fiestas,
y otros vistosos pasatiempos que
me deleitan un rato pero tienen
su carozo de ausencia justo ahí.
Estoy volviendo a casa desde siempre.
Acaso, cuando llegue, compruebe lo que en tardes
especialmente calmas sospecho por momentos:
que siempre estuve en casa
porque estaba volviendo.