Edel Vicente González Pérez

Nieve en el Teide

La nieve se ha adormecido en la cumbre,

las galerias cantan,

frentre al ancho crepúsculo de invierno,

el agricultor soñaba

esperando la coyuntura

que propicia la abundancia.

 

¿Quién pudiera entender de las galerías

el secreto del agua recién llegada?

Ese himno oculto a todas las miradas,

etéreo gorgojeo, suave melodía

más allá de las almas...

 

Es increible: pero todo esto

que hoy es tierra inerte bajo el frío,

será mañana, al amparo de los alisios,

todo verdor, desde las cañadas,

hasta el inaccesible Teide

de nieve cubierto todo cano.

 

Con la nieve que se disuelve,

mitiga su sed la huerta próvida,

la atarjea su caudal levanta

inundando la tanquilla, ¡el agua vuelve!

 

La semilla escondida su faz asoma,

sus rubias pomas la papa forja,

en arcas de coral la almendra cuaja,

alumbra el tomate de esmeralda y carmesí,

la platanera se dobla al peso de su dulce carga,

el maíz, de espiga altiva, ceba su grano,

el aroma del tinto, que la herida cura,

y para nuestros hijos la alegría alcanza.

 

La nieve todo lo cubre sin borrar la forma,

con diestro pincel el paisaje corrige,

almacena esperanza, regula el clima,

augura buenas cosechas,

y reitera la breve sentencia:

\"Año de nieves, año de bienes\"