“Tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de DIOS, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes [la muerte] de JESUCRISTO, para que también [la vida] de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos”. 2ª Cor.4:7-10
I
Cuando todo parece terminar
y por ende no hay más nada que esperar
Cuando la luz de mi radiante sol
se marcha del espacio y todo es oscuridad
II
Quedan penumbras mil, quedan penumbras mil
Todo es negro, negro, no puedo mirar
Y veo la luna y las estrellas ambas tan bellas
Al son que dan a su creador que fuerzas da
III
Cuando todo parece terminar
y por ende no hay más nada que esperar
Cuando las olas golpean tu embarcación
y gritas desde tu alma: ¿ya no existes Dios?
IV
Quedan penumbras mil, quedan penumbras mil
Todo es negro, negro, no puedes mirar
Y ves las aves, también las flores que dan loores
y aprobación a su SEÑOR que les formó.