Carta de domingo a la madre
Todos somos tan fomes, madre mía,
ningún explotador es mi asesino,
ningún mesías vuelve el agua en vino
y el agua es sólo una ola sucia y fría.
Y mueren los de siempre, mayoría
de anónimos lanzados al camino,
los déspotas, de viejos, y el molino
cerrado por la nueva factoría.
Yo escribo, nadie lee, yo diría
que yo tampoco leo, aunque adivino
que es tanto por leer lo que hallaría.
Y así rueda este mundo, mi vecino
trabaja de ocho a seis, lo invitaría
a un trago, mas ya lo hice y nadie vino.
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