La rosácea alba se asoma trémula en el escalón del cielo,
cantando los pájaros sus más lejanos recuerdos,
comienza a iluminarse el firmamento
de un esplendor de vida consumando el momento.
Así es la mañana que renace sin haber muerto,
y se levanta el sol, camina, anda bizarro y bondadoso,
rozando con sus ligeros dedos
la tersura de las flores que despiertan a oler la mañana.
Despunta el albor,
germina la flor,
despiertan las aves,
principia el candor.
La vida renace,
sonríe el arte,
el sol nunca para de regalarse,
los seres acuden para mirarse
en las pupilas del viento,
en el alma del mundo,
y escribirse en el cuento.
Todo es hermoso, brillante y tierno,
y sueño con compartir contigo este momento,
si aquí estuvieras le diera la espalda a la mañana y al viento,
olvidándome del sol y la rosácea alba,
y te miraría, te abrazaría sin detenimiento.
Porque eres mi mañana, mi flor, mi canto, mi candor,
mi luz, mi sonrisa, mi arte, mi regalo, mi mirada,
mi respiración,
mi mundo, mi cuento…
y todo lo que necesito para vivir contento.