Ávila, 6 de Diciembre de 2009
He rubricado el nombre
en el papiro etereo
he vendido el alma
al primero que pasa
sin regatear el precio
porque no sirve de nada,
Se ha consternado el silencio
en los labios sedientos
de deseos que cada día flagelo
¡cada instante, cada momento!
fustigando las palabras,
que han quedado marcadas.
Se ilumina y se apaga el cielo
el desorden y el orden
de lo malo, de lo bueno
del odio, del deseo.
del flaméelo
Wicttor