Tú y yo podemos cambiar el mundo,
haciendo que en él haya un lugar
donde cada uno quiera ser mejor
que sí mismo...
Tú y yo podemos cambiar el mundo,
haciendo que el amor fecunde y dé frutos,
desprendiendo de la carne el fundamento
y aceptando la voluntad del cielo
de darse al otro sin esperar el vuelto.
Tú y yo podemos cambiar tanto,
que se agigante en nuestro interior la fe,
y, con Jesús, tres en armonía,
moviendo montes, abriendo mares y deteniendo el sol,
hacer al mundo, otra geografía.
Tú y yo podemos amarnos tanto,
que resplandezca la luz en nuestro entorno,
y, al iluminarnos, parientes y vecinos
decidan imitarnos, y cual plaga
se extienda por el mundo, qué (como horno
del pan del amor henchido)
por amor, otro mundo se haga...
¡otro mundo que a todos satisfaga!
Tú y yo podremos hacerlo si vivimos
el uno para el otro y no para nosotros mismos,
consumiéndonos en holocausto eterno,
y, en el fuego de esto, uno al otro calentemos,
y agrademos a todos con el olor a incienso
¡que desprendan nuestros cuerpos!
Dándonos todo... y sin miedos...
mirándonos en los ojos todo el tiempo,
hasta meternos dentro, el uno del otro...
haciendo realidad el mandamiento
de ser uno, y no solamente en sexo,
sino en forma total...
¡cómo quiere El Constructor del Universo!...
Si buscamos, no obtener placer,
si no, placer proporcionar...
¡Cambiar el mundo, sí... tú y yo podemos!
si es que nos amamos...
¡Así que comencemos...!