En esta vida mía,
que ya pasa del “mezzo del cammin”,
he perdido:
la juvenil lozanía,
la delgadez veinteañera,
la plenitud capilar
– y algunas mañas también –,
una virginidad
(en el sentido literal y varias
más en el metafórico),
siete piezas dentales
– pero jamás el miedo a los dentistas –,
muchísimas
oportunidades
de callarme la boca,
varias mujeres que no me importaron
y algunas que sí,
muchísimo tiempo en cosas
que creía importantes pero ya no,
todas las ilusiones
y ninguna esperanza.