Raúl Daniel

Duelo VII

Se ha iniciado una tormenta...

el viento golpea mi puerta,

repiquetea el sonido...

va y viene como aullidos

de feroz jauría de lobos...

 

Antes me gustaba el viento...

o tal vez sería el modo

en que mecía tu pelo...

a veces recuerdo, pero,

no recordarte... prefiero.

 

El viento trajo las hojas

con las que juega en el suelo,

las maltrata, las golpea,

como el recuerdo a mi pecho...

de tus ojos... de tu cuerpo...

 

Me gustaría encontrarte

aunque sea un breve momento...

preguntarte si también

te maltratan los recuerdos...

si me extrañas... o si tienes

añoranzas por mis besos...

 

¿ Se siente o estás durmiendo..?

¡¿ Por qué te fuiste tan lejos...?!

¿ Puedes preguntarle a alguien

si habrá un futuro reencuentro...?

 

Veloces, dibujan las hojas,

círculos en sus vuelos,

cual si fueran aves locas,

transitando vericuetos...

las observo y abstraído

creo viajar en el tiempo...

¡hasta un tiempo en que te tengo!

 

Y reconstruyo en mi mente

los lunares de tu cuello:

cinco, que yo te decía

que eran la luna y el sol,

a más de las Tres Marías.

 

Siguen pasando las horas,

el insomnio me domina,

repitiendo vez tras vez

mi invariable fantasía...

 

Observando, mientras tanto,

el nervioso movimiento

de la puerta de mi cuarto,

que golpea y me hipnotiza,

trayéndome el sentimiento

de amor, al que no renuncio...

y te espero... (¡no debería!)

 

El viento golpea la puerta

y me olvido...

de lo lejos que te fuiste,

y me olvido...

¡qué estás muerta!