Se que las ciudades tienen vida, y creo son manejadas por el destino, hay rumores de que también tienen alma, que sufren de melancolías porque añoran los viejos días y que se llenan de alegría cuando las personas las recuerdan y caminan por sus vías. Mi abuelo siempre me decía que jamás debía olvidar de donde venía, porque mi tierra se enteraría y tal como yo lo hice, ella me olvidaría. Es por eso que a mis amigos les hablo de ella, a mi perro y al cartero, yo no olvido a mi ciudad, es un pacto que tenemos.