Tan solo esperaba
un ligero murmullo,
que rompiera
el silencio sepulcral,
de éste eterno vacío,
cual abismo sin fondo.
Nunca llegó,
jamás se escuchó
ese sonido,
que ansiaba
rompiera ésta soledad,
ésta quimera
de mi alma desierta.
Tardío bálsamo
que mi alma clamó,
se quedó anclado
entre las horas lentas
de un anochecer,
bajo una luna
ofuscada por el dolor,
de lo que no pudo ser.