No me culpes, tesoro mío,
Por intentar, un poema.
No son culpables las aves
Si llegó el amanecer.
Tampoco ha de impedirse
Que broten manantiales
Donde Dios ha señalado
Para el mundo embellecer
No tiene culpa un picaflor
Si es de su vida alimento
Del jardín las bellas flores
Néctar, aroma y color.
No le daremos la culpa
A la miríada de estrellas,
Cuando la noche ha llegado
Sin que ella la pidiera.
Si así te canto, mi reina,
No me culpes, por favor.
Bien, perdona mis endechas
Que la culpa es de tu amor.
Cúlpate porque eres bella
Cual radiante amanecer
Como el agua de un sediento
Y el encanto de una flor.