Desde el ayer te vi nacer en mis campiñas,
tan llena de virtudes y de vida,
en una de mis primaveras florecida,
con pétalos de flor y voz de niña.
En mi jardín te vi nacer y bien visible,
con tenue de margarita delicada,
del cielo y de la vida enamorada
con gracia y con amor del imposible.
En mi jardín te vi crecer tan primorosa,
con traje blanco puro de inocencia,
golpes duros con designios de experiencias
me enseñaron a mirarte tierna rosa.
¡Ahí estabas! Fulgurante y escondida,
entre escombros que la vida posesiona,
tan sutil, tan impoluta que emociona,
y mi alma en compunciones desvalida.
Me he vestido del pasado y te recuerdo,
cuando a flor de la insania te veia,
mas el alma como hoy no estremecia
y el silencio como hoy no era tan lerdo.
Me he vestido del ayer al recordarte,
cuando pude en tus ojos ver los mios,
al son de la distancia hoy me sonrío,
al quererte como loco en vez de amarte.
Hoy estás tan vestida de belleza,
tan lejana como un sueño inalcanzable,
y mi alma ante tu ser tan vulnerable
se ahoga entre el mar de la trizteza.
Hoy vives impregnada en mis ocasos,
y yo vivo del tiempo y la esperanza,
pues todo lo imposible un dia se alcanza,
y antes de correr... hay que dar pasos.