Cuanto quisiera que callen los árboles.
Cuanto quisiera, echarme a soñar;
sin ruidos, ni vientos, ni tiempos funestos,
ni el canto del ave mas primaveral.
Cuanto quisiera dormir lo que pienso,
ser humo de incienso saliendo a volar,
perderme en los prados y en el horizonte;
ahí donde mueren el cielo y el mar.
Cuanto quisiera esquivar las mañanas,
los días, las noches y así regresar
a donde culminan las coreografías
de cada mirada, el polvo inicial.
Cuanto quisiera ser viento del este,
cubrirme en un manto de aurora boreal.
Volver al inicio y nacer como espino;
parado entre otros, sin ser ni pensar.
Cuanto quisiera, ser como quisiera,
y no como quieren; ser menos ser mas.
Correr a las tantas de la noche oscura,
a donde me lleven la luna y su azar.
Cuanto quisiera que callen los árboles.
Cuanto quisiera, echarme a soñar.
Cuanto quisiera, que en esta experiencia
yo hubiera, algún día, aprendido a llorar.