Resaca
¿Será que me oriné en los pantalones,
será que ya borracho no me di ni cuenta,
será que los poetas pasan por mi lado
y no me dan ni una moneda, menos los artistas,
menos los ministros, menos las escasas damiselas?
¿Será que tengo el rostro avejentado?
Esto de cumplir cincuenta de una vez es algo
para darle de pensar a cualquier hijo
de vecino y de provincia, a cualquier hombre
que, ya hecho y ya derecho, se pregunte
¿a qué, a qué, si no, venimos a este mundo,
sino a gozar de la belleza de la vida,
a qué sino es a amar una vez y una y mil veces
a todo quien lo entienda y así quiera compartirlo?
Y debo trabajar, hay que abrocharse
los botones de la camisa, los del bóxer,
los del rostro ya apegado a algún prejuicio,
a una rutina maquinal que hoy no se salva
ni porque el año recién parte, ni porque pronto
en una vela ya arderán todos los años que has vivido,
todos los años que te quedan por vivir, todos los años
que esta mañana no te caben en el pecho
y tienen a su haber, ya delirando, vomitando,
ya buscando la puerta para sencillamente
poder partir a trabajar, a ser el último
o el primero en la lista de olvidados,
tienen a su haber el que hoy terminas tus jornadas,
te vas de vacaciones, a la mierda
o a la misma punta del cerro, donde tantas
veces despertaste, como ahora, ya orinado,
ya atrasado y con un nudo sin salir de tu garganta.
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03 01 14