Que no muera la vida
y que perdone la muerte el desplante
pero no hay quien le arranque
la gracia al caminar,
a ser transeúnte
entre un millón de ilusiones
entre pastores de versos
y penas que perdonan.
Que no pare la música,
que este piano se oiga,
mas no en requiem, no en luto,
que vivir es un lujo
y las sonrisas su brillo.
Si asesino cigarros
que me perdonen
y que las musas me den razón suficiente
de salir a brindar.
Que el amor no se vaya
tanto tiempo a pasear
por los campos agrestes
a los que no puedo llegar.
Que la luna no pierda
su luz en el día
y que la cerveza no amargue,
en un beso, el paladar.
Que el deseo sea bueno,
no desabrido y tenaz,
que mi guitarra quiera todas las noches
salir a cantar.
Que los besos se reproduzcan
en mi boca inmortal
y las caricias no cesen
en las noches de amar.