Días de humanidad
Hay ciertos días, ay, humanidad,
hay ciertos días en que sencillamente te odio.
Te amo cada vez, tú bien lo sabes,
pero el reino del dolor suele aturdirme,
las vendas de impiedad en tus despojos,
la impropia explotación de hermano a hermano.
Prefiero no soñar a obviar tu engaño,
tus leyes de salón que obran lo injusto,
e insisten en negar a quienes sirven
y al pueblo en general, bien abatido por tus dogmas.
Son tantos ministerios los que ignoran
el propio sinsabor que han repartido,
la mísera ración de la esperanza
que blanden en los ciclos de elecciones.
No sólo me refiero a los gobiernos,
también los corazones son palacios
donde hay bandos y leyes que te oprimen,
donde hay mafias de buitres en las sombras,
a veces es peor ese mandato
que impone el odio en vez de la esperanza,
que cierra puertas en vez de abrir los ojos
a un tiempo en que cambiar lo que nos traba.
En esto, humanidad, no hay más culpable
que la amplia vocación de libertarios,
que el viejo compromiso de la especie
por ver mejores tiempos para el mundo,
en ello te convoco, yo te exijo
que no te escapes más al infinito,
hay en cada portal un simple rostro
que espera tu verdad vuelta racimo.
Repártela en bandejas de confianza,
compártela con todos los que sufren,
no hay nada en las estrellas que te espere
si aquí no esperas tú darme un abrazo.
Yo te amo, humanidad, y si te he odiado
es sólo por soñar cielos más dignos,
un rastro en que posar, cansado, el cuerpo
y en tus ojos buscar un nuevo pacto.
Cantemos, comprendamos, pataleemos,
pero nunca olvidemos el camino:
montar el corazón por astrolabio
y en la brújula ser el propio barco
en que marchamos juntos al futuro
y en el más pleno mar de la esperanza.
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05 01 14